TRABAJO DE lengua y
literatura
Alumna : Alba Egeda
Molero
PRIMERO DE BACHILLERATO
Contenido
1.
Introducción
Recibe
el nombre de Generación del 27 el grupo de escritores, nacidos entre 1892 y
1902, que se dieron a conocer a partir de 1920. Su nombre procede del homenaje
que algunos poetas del grupo rindieron a Góngora en Sevilla en 1927.
Aparte
de las peculiaridades de cada poeta, la Generación del 27 entra dentro del
contexto vanguardista europeo, si bien recoge influencias muy variadas de la
tradición hispánica y la herencia modernista: el rigor artístico, la actitud
minoritaria, la pureza estética, la deshumanización del arte, el lenguaje metafórico
y simbolista y el cosmopolitismo. A partir de 1931 casi todos se inclinaron por
una poesía más humanizada.
2.
La poesía de la Generación del 27
2.1. Pedro Salinas (1892-1951)
Fe mía
No
me fío de la rosa
de
papel,
tantas
veces que la hice
yo
con mis manos.
Ni
me fío de la otra
rosa
verdadera,
hija
del sol y sazón,
la
prometida del viento.
De
ti que nunca te hice,
de
ti que nunca te hicieron,
de
ti me fío, redondo
seguro
azar.
Profesor
universitario nacido en Madrid, murió en Boston, donde se exilió tras la Guerra
Civil. Fue, además de poeta, un excelente ensayista, dramaturgo y novelista. Su
amigo Jorge Guillén lo definió con razón como “poeta del alma”. En su obra se
distinguen tres etapas.
En
la primera, hasta 1931, mezcla la herencia modernista y las influencias
vanguardistas en libros como Seguro azar (1929) y Fábula y signo (1931).
En
la segunda, hasta 1939, escribe una poesía muy humanizada, amorosa, rica en
ideas conceptuales, contenida en sus obras maestras La voz a ti debida (1934) y
Razón de amor (1936).
En
la tercera se vuelve más objetivo y comprometido con la realidad en El
contemplado (1946), Todo más claro (1949) y Confianza (1954).
2.2. Jorge Guillén (1893-1984)
Profesor
universitario nacido en Valladolid. Se fue de España tras la Guerra Civil y
regresó unos años antes de su muerte. Su obra mantiene una unidad temática casi
imperturbable: su visión del mundo y del universo, de la vida y la naturaleza
como obra bien hecha, y del ser y el existir como absoluta dicha, sentimiento
que le conduce a un esplendoroso vitalismo. Para ello, estiliza la realidad con
la condensación de la poesía pura, tendencia en la que puede ser incluido. Su
libro más importante, Cántico (1928), fue creciendo en sucesivas ediciones.
Luego publicó Clamor (compuesto de tres libros: Maremagnum (1957), Que van a
dar en la mar (1960), y A la altura de las circunstancias (1963)), continuación
del anterior, aunque con tonos más críticos, y Homenaje (1967), libro variado
que contiene prosas poéticas.
Perfección
Queda
curvo el firmamento
compacto
azul, sobre el día.
Es
el redondeamiento
del
esplendor: mediodía.
Todo
es cúpula. Reposa,
central
sin querer, la rosa,
a
un sol en cenit sujeta.
Y
tanto se da el presente
que
el pie caminante siente
la
integridad del planeta.
2.3. Gerardo Diego (1896-1987)
Profesor
de enseñanza media nacido en Santander. De amplia producción poética, sorprende
en su obra la alternancia entre la poesía de tipo vanguardista y la de tipo
tradicional. Por un lado, fue uno de los impulsores del ultraísmo y recurrió
más de una vez al creacionismo; por otro, alcanzó un dominio exquisito de los
metros clásicos, como el romance y el soneto. En la primera tendencia pueden
destacarse los libros Imagen (192l), Limbo (1921) y Manual de espumas (1924).
En la segunda, Versos humanos (1925), Alondra de verdad (1936) y Biografía
incompleta (1956).
Nocturno
Están
todas
También
las que se encienden
en
las noches de moda
Nace
del cielo tanto humo
que
ha oxidado mis ojos
Son
sensibles al tacto las estrellas
No
sé escribir a máquina sin ellas
Ellas
lo saben todo
Graduar
al mar febril
y
refrescar mi sangre con su nieve infantil
La
noche ha abierto el piano
y
yo las digo adiós con la mano.
2.4. Federico García Lorca (1898-1936)
Granadino,
vivió desde 1919 en Madrid, excepto el paréntesis de su viaje a Nueva York (1929-1930),
y murió asesinado al comienzo de la Guerra Civil. Destacó, con igual
significación, en la poesía y en el teatro. Dos etapas suelen distinguirse en
su poesía.
La
primera, de 1921 a 1928, supone una estilización de las formas tradicionales y
populares, en los libros Canciones (1927), Poema del cante jondo (1931) y
Romancero gitano (1928).
La
segunda, de 1929 a 1936, significa un cambio desde el punto de vista formal, su
rechazo de la violencia y su inconformismo ante la falta de libertad. Poeta en
Nueva York, escrito entre 1929 y 1930, es el libro clave de esta etapa. El
ciclo se completa con Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, Diván del Tamarit,
libro en que vuelve a la versificación tradicional, y Sonetos del amor oscuro.
Manual
de espumas
Canción del gitano apaleado
Veinticuatro bofetadas.
Veinticinco
bofetadas;
después,
mi madre, a la noche,
me
pondrá en papel de plata.
Guardia
civil caminera,
dadme
unos sorbitos de agua.
Agua
con peces y barcos.
Agua,
agua, agua, agua.
¡Ay,
mandor de los civiles
que
estás arriba en tu sala!
¡No
habrá pañuelos de seda
para
limpiarme la cara!
Poema del cante
jondo
Vuelta de paseo
Asesinado
por el cielo,
entre
las formas que van hacia la sierpe
y
las formas que buscan el cristal,
dejaré
crecer mis cabellos.
Con
el árbol de muñones que no canta
y
el niño con el blanco rostro de huevo.
2.5. Rafael Alberti (1902-1999)
Nacido
en Puerto de Santa María (Cádiz), vivió en Madrid desde los quince años hasta
su exilio en 1939 a Argentina e Italia, y regresó a España en 1977. Pintor y
poeta, su obra en verso se caracteriza por las tonalidades cromáticas y por el
perfecto manejo del ritmo y la musicalidad, enraizados en la tradición
española. Su evolución poética es paralela a la de Lorca.
Se
inicia con una estilización de las formas tradicionales y populares en Marinero
en tierra (1925), sorprendente en su madurez y belleza, y prosigue en La amante
(1926) y El alba del alhelí (1927).
Una
segunda etapa se abre con Cal y canto (1927), de caracteres ultraístas, y
culmina con Sobre los ángeles (1929), libro surrealista donde, con motivo de
una profunda crisis personal, ideológica y religiosa, el poeta muestra la lucha
dialéctica de su interior y de las fuerzas del subconsciente.
En
un tercer momento, el poeta humaniza sus versos, acordes con el momento
histórico y político de la República y la Guerra Civil, unas veces al servicio
de las ideas y otras en favor de la solidaridad: Sermones y moradas (1934),
Entre el clavel y la espada (1941) o Coplas de Juan Panadero (1949). No hemos
de olvidar algunos hermosos libros fruto de su pasión artística, A la pintura
(1945), o de la nostalgia de España, Retorno de lo vivo lejano (1952).
Telegrama
Nueva
York.
Un
triángulo escaleno
asesina
a un cobrador.
El
cobrador, de hojalata.
Y
el triángulo, de prisa,
otra
vez a su pizarra.
Nick
Carter no entiende nada.
¡Oh!
Nueva
York.
Cal y canto
2.6. Vicente Aleixandre (1898-1984)
Sevillano,
residió desde niño en Madrid. Obtuvo el Premio Nobel en 1977. Se acercó muy
pronto al surrealismo: las imágenes irracionales, visionarias, y el complejo
mundo de símbolos cimentan normalmente sus libros Espadas como labios (1932),
La destrucción o el amor (1935) y Sombra del paraíso (1944), en los que el tema
amoroso conduce siempre al dolor o a la muerte con una acusada sensación de
impotencia.
A
partir de Historia del corazón (1954), libro al que siguieron Poemas de la
consumación (1968) y Diálogos del conocimiento (1974), elimina
considerablemente la deshumanización vanguardista y depura la forma para
reflexionar sobre la condición humana.
Vida
Un pájaro de papel en el pecho
dice que el tiempo de los besos no ha llegado;
vivir, vivir, el sol cruje invisible,
besos o pájaros, tarde o pronto o nunca.
Para morir basta un ruidillo,
el de otro corazón al callarse,
o ese regazo ajeno que en la tierra
es un navío dorado para los pelos rubios.
Cabeza dolorida, sienes de oro, sol que va a ponerse;
aquí en la sombra sueño con un río,
juncos de verde sangre que ahora nace,
sueño apoyado en ti calor o vida.
La destrucción o el amor
2.7. Luis Cernuda (1902-1963)
Nacido
en Sevilla, fue profesor, primero en España y luego en el exilio, desde 1939,
en Inglaterra, Estados Unidos y México, donde murió. Toda su obra poética
expresa el empuje y el inconformismo romántico de su intimidad torturada por el
dolor y la frustración que resulta del desajuste entre la realidad –el mundo
circundante– y el deseo, cuya respuesta no existe: el amor angustioso, la
soledad, la muerte, el hastío y el dolor lo impregnan todo. Su obra conoce
distinta etapas:
Arranca
de la poesía pura y del influjo del poeta Jorge Guillén en Perfil del aire
(1927); luego se deja influir por el surrealismo en Un río, un amor (1928) y
Los placeres prohibidos (193l).
A
partir de Donde habite el olvido (1935), el poeta desnuda sin pudor su
intimidad torturada y alcanza posiblemente la cota más alta de su poesía.
Finalmente,
un estilo más narrativo, influido por la poesía inglesa, reviste los libros Las
nubes (1943), Como quien espera el alba (1948) y Desolación de la quimera
(1962).
Donde habite el olvido
Donde habite el
olvido,
En los vastos
jardines sin aurora;
Donde yo solo
sea
Memoria de una
piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el
viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre
deje
Al cuerpo que
designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo
no exista.
En esa gran
región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como
acero
En mi pecho su
ala,
Sonriendo lleno
de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allá donde
termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a
otra vida su vida,
Sin más
horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y
dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra
nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin
quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en
niebla, ausencia,
Ausencia leve
como carne de niño.
Allá, allá
lejos;
Donde habite el olvido
2.8. Miguel Hernández (1910-1942)
Nacido
en Orihuela (Alicante), participó en la Guerra Civil y murió en la cárcel de
Alicante. Puede ser incluido en la Generación del 27, como “genial epígono” en
palabras de Dámaso Alonso, aunque por edad pertenezca a la generación
siguiente. Es, sin duda, uno de los grandes poetas españoles. Dominador de las
técnicas poéticas y caracterizado por sus tonos vigorosos y angustiados, es sin
embargo capaz de alternar los versos de depurado estilo con aquellos otros que
expresan la fuerza del grito y el desgarro.
Así,
de su etapa vanguardista o gongorina con Perito en lunas (1934), pasa a una
poesía humanizada y de corte clásico, con El rayo que no cesa (1936), donde se
encuentran las obsesiones del poeta por el amor, la vida y la muerte. La última
etapa, escrita en circunstancias dolorosas, supone un antecedente
extraordinario de la poesía social y comprometida: un lenguaje desgarrado y
emotivo impregna los libros Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1939).
Cancionero y romancero de ausencias, publicado póstumamente, supone una
evolución hacia la intimidad.
El rayo que no cesa
¿No cesará este rayo que me
habita
el corazón de exasperadas fieras
y de fraguas coléricas y herreras
donde el metal más fresco se
marchita?
¿No cesará esta terca estalactita
de cultivar sus duras cabelleras
como espadas y rígidas hogueras
hacia mi corazón que muge y
grita?
Este rayo ni cesa ni se agota:
de mí mismo tomó su procedencia
y ejercita en mí mismo sus
furores.
Esta obstinada piedra de mí brota
y sobre mí dirige la insistencia
de sus lluviosos rayos
destructores.
El rayo que no cesa
Umbrío por la pena, casi bruno
Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla,
donde yo no me hallo no se halla
hombre más apenado que ninguno.
Sobre la pena duermo solo y uno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla,
siempre a su dueño fiel, pero importuno.
Cardos y penas llevo por corona,
cardos y penas siembran sus leopardos
y no me dejan bueno hueso alguno.
No podrá con la pena mi persona
rodeada de penas y de cardos:
¡cuánto penar para morirse uno!
El rayo que no
cesa
Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando
estalla,
donde yo no me hallo no se halla
hombre más apenado que ninguno.
Sobre la pena duermo solo y uno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla,
siempre a su dueño fiel, pero
importuno.
Cardos y penas llevo por corona,
cardos y penas siembran sus leopardos
y no me dejan bueno hueso alguno.
No podrá con la pena mi persona
rodeada de penas y de cardos:
¡cuánto penar para morirse uno!
El rayo que no cesa
3.
Bibliografía
ALONSO,
LÓPEZ, LUMBRERAS y PÉREZ. Lengua y Literatura de 2º de Bachillerato. Casals,
Barcelona, 2009.
GAOS,
Vicente y SAHAGÚN, Carlos. Antología del grupo poético de 1927. Cátedra,
Barcelona, 1977.
ROZAS,
Juan Manuel. La Generación del 27 por dentro. Itsmo, Madrid, 1984.
TARRÉS
PICAS, Montserrat. Las vanguardias literarias y el Grupo del 27. Akal, Madrid,
1990.
CD-ROM:
Enciclopedia Microsoft. Encarta 2008.
CD-ROM:
Enciclopedia Universal Multimedia. Micronet.
CD-ROM:
Enciclopedia Multimedia. Larousse 2008.
Wikipedia:
Generación del 27.
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